La Spagna con Jiayu Jin, soprano
Dir. Alejandro Marías
Lamenti di Donna
G. Carissimi, B. Strozzi, C. Monteverdi
Actividad opcional: Viaje a Aranjuez en el Tren de la Fresa (10h)
Domingo 5 Octubre. 11h
Paseo por el Jardín de la Isla y Capilla de Palacio Real
Venta anticipada
Precio entrada general: 25€
(más gastos de gestión)
Precios para estudiantes, jubilados, desempleados: 20€ (más gastos de gestión y deberán presentar la acreditación)
Se exigirá la acreditación en el acceso al recinto.
Taquilla disponible 1h antes de cada concierto en la entrada del recinto.
Comprar tren de la fresa y conciertoSi quieres viajar en el Tren de la Fresa a Aranjuez y disfrutar del paseo y el concierto, puedes comprar los billetes y entradas aquí. Esta opción se vende únicamente a través de la web del Tren de la Fresa e incluye la entrada al paseo y al concierto.
Precio Tren de la Fresa + paseo + concierto para adultos: 47€
Precio niños (de 1 a 1,40 metros de altura): 36€. Los menores de un metro de altura viajan gratis si no ocupan asiento.
Se exigirá la acreditación en el acceso al recinto.
A este paseo y concierto se puede acceder realizando el viaje desde Madrid a Aranjuez en el Tren de la Fresa. La salida de esta actividad opcional es a las 10h desde el Museo del Ferrocarril. (Paseo de las Delicias 61. 28045 Madrid). Llega a Aranjuez a las 11h. La organización traslada a los viajeros a la puerta principal del Parterre, Plaza de Rusiñol. Las entradas de venta del tren de la fresa se venden a través de la web del Tren de la Fresa e incluyen el concierto y el viaje. Si esta opción es la que prefieres, desde el botón de entradas, tienes una opción que te llevará a la web del tren de la fresa.
Para los que ya están en Aranjuez, el punto de encuentro será a las 11h en la Puerta de Damas (pequeña puerta de acceso al jardín del Parterre, situada en el encuentro de la arcada de acceso del público para la visita al Palacio Real con la Casa de Oficios (Plaza de Parejas). Los guías nos conducirán al Jardín de la Isla para finalizar en la Capilla Real donde tendrá lugar el concierto. Acceso a la Capilla por la puerta de visitantes general del Palacio Real de Aranjuez.
13h Concierto. La Spagna con Jiayu Jin, soprano bajo la dirección de Alejandro Marías. Lamenti di Donna.
Este programa se centra en la figura de Giacomo Carissimi, de cuya muerte celebramos el 350º aniversario. Lo musical y literario articulan la temática que narran estas piezas: el sufrimiento que comparten seis mujeres muy distintas: la enamorada anhelante, la princesa abandonada, la madre caníbal, la doncella acosada, la amante traicionada y la reina condenada. Ellas claman sus lamentos ante la melancolía, el despecho, el arrepentimiento, la lujuria, la traición y la muerte.
En lo musical, estamos ante uno de los momentos más fascinantes de la historia, aquel en que la palabra toma el poder sobre la música para dotarla de la capacidad de emocionar. Los compositores se someten a los poetas y, con la ayuda de la retórica y bajo la influencia del Manierismo, ilustran el texto logrando que la música despierte en el oyente los mismos afectos que la palabra, incluso –y he aquí la magia– desprovista de ella.
Giacomo Carissimi (1605 – 1674)
Deh, memoria
Luigi Rossi (1598-1653)
Passacaille
Claudio Monteverdi (1567-1607)
Lamento di Arianna, SV 22 – Lasciatemi morire
Bellerofonte Castaldi (h.1581-1649)
Arpeggiata al mio modo
Lettera d’Heleazaria Hebrea a Tito Vespasiano
Bartolomé de Selma y Salaverde (h.1595-dp.1638)
Susanna passeggiata
Barbara Strozzi (1619-1677)
L’Eraclito Amoroso
Johann Caspar Kerll (1627-1693)
Passacaglia en re menor
Giacomo Carissimi (1605-1674)
Lamento in morte di Maria Stuarda
Jiayu Jin, soprano
LA SPAGNA
Sara Águeda, arpa doppia
Sabina Colonna-Preti, lirone
Jorge López-Escribano, clave y órgano
Ramiro Morales, tiorba
Alejandro Marías, viola da gamba y dirección
Clara Marías, asesoramiento literario y traducciones
Duración aproximada: 75′ sin pausa
Seis mujeres con distintos roles y en situaciones diferentes (la enamorada anhelante, la amante traicionada, la reina condenada, la doncella acosada, la princesa abandonada y la madre caníbal) claman sus lamentos ante la melancolía, la traición, la injusticia, la lujuria, el abandono y el arrepentimiento.
En lo musical, estamos ante uno de los momentos más fascinantes de la historia, aquel en que la palabra toma el poder sobre la música para dotarla de la capacidad de emocionar. Los compositores se someten a los poetas y, con la ayuda de la retórica y bajo la influencia del Manierismo, ilustran el texto logrando que la música despierte en el oyente los mismos afectos que la palabra, incluso –y he aquí la magia– desprovista de ella.
Giacomo Carissimi ha pasado a la historia por ser uno de los padres de la cantata y del oratorio, dos de los géneros vocales más importantes del Barroco. Si este hecho ya sería suficiente para lograr una gran influencia entre los compositores de su época, su entrega a la docencia hizo que encontremos entre sus discípulos a algunos de los más célebres compositores del siglo XVII. Ejerció desde 1629 hasta su muerte como maestro de capilla en el Collegio Germanico e Hungarico de Roma, un seminario jesuita para jóvenes de habla alemana, cuyo primer antecesor fue Tomás Luis de Victoria. De personalidad noble y austera, y con cierta inclinación a la melancolía, su reconocimiento era unánime. Llama poderosamente la atención el hecho de que nunca quisiera abandonar su puesto, pese a las repetidas invitaciones a trabajar en Bruselas para el archiduque Leopoldo Guillermo de Habsburgo o la acaso aún más tentadora oferta de suceder a Monteverdi al frente de la basílica de San Marcos de Venecia. Por si esto fuera poco, fueron muchos los alumnos privados a los que atendió, entre los que figuran nombres de la talla de Johann Caspar Kerll o Marc-Antoine Charpentier. Sí accedió, no obstante, a trabajar para otras personalidades, con la condición de no abandonar Roma. De hecho, probablemente debamos a su trabajo para la reina Cristina de Suecia la existencia de las dos cantatas incluidas en este programa.
Si bien Carissimi se esforzó notablemente por dejar su impronta en sus numerosos alumnos, lo cierto es que una parte importante de su obra nos ha llegado a través de fuentes de dudosa fiabilidad, fruto, en parte, de su fama, que hacía tentadora la proliferación de apócrifos. La cantata “Deh, memoria” procede de un manuscrito de la última década del siglo XVII con arias para soprano de diversos autores, conservada en la Biblioteca Vaticana, mientras que el “Lamento sulla morte de Maria Stuarda” está en la Biblioteca del Real Conservatorio de Bruselas, en un manuscrito con la indicación «Copié par M. Manuel Garcia pour moi au British Museum». Hasta el momento no hemos sido capaces de recabar más datos, pero parece que se trata del gran cantante y compositor sevillano, si bien resulta sorprendente que el RISM no recoja como fuente anterior la mencionada partitura del Museo Británico.
Se nos antojaba imprescindible la presencia de Monteverdi en un programa protagonizado por Carissimi, ya que es inevitable fantasear con cuál habría sido el devenir de la música véneta si Carissimi hubiera aceptado el puesto de maestro de capilla tras la muerte del compositor del “Lamento d’Arianna”. De igual manera, se nos antoja adivinar cuánta influencia de su maestro en Roma puede haber en la inspirada pasacalle de Johann Kaspar Kerll.
Una obra singular dentro de este concierto es la disminución “Susana Passeggiata” del bajonista conquense Bartolomé de Selma y Salaverde. Compuesta sobre la canción “Susanne un jour” de Orlando di Lasso, describe con una precisión asombrosa no solo cada palabra del texto, sino todos y cada uno de los afectos que invaden a la protagonista, desde el rubor a la determinación pasando por la repugnancia, el miedo o la angustia. Esta “canción sin palabras” es un ejemplo brillante de cómo la música adquirió en la Italia del Seicento la capacidad de describir emociones. Hemos querido incluir este poema entre los textos “cantados” con la confianza de que el lector y oyente curioso sabrá reconocer cada verso en la interpretación de esta obra instrumental.
Como el de Selma, los nombres de Barbara Strozzi, Luigi Rossi y Bellerofonte Castaldi no guardan una relación directa, que sepamos, con Carissimi, pero hay motivos musicales y literarios de sobra para hacerlos convivir en este concierto que pretende una cosa por encima de todo: conmover.
Alejandro Marías
Este programa de Lamenti di Donna es una clara muestra de cómo la poesía que se musicalizó en la Italia del siglo XVII, por compositores como Giacomo Carissimi, Barbara Strozzi, Claudio Monteverdi o Bellerofonte Castaldi, tenía tanto valor literario como intensidad emocional, lo que la convertía en ideal para tratar de traducir sus palabras en música según la teoría de los afectos. Todos estos lamentos se caracterizan por tener una voz poética casi más dramática que lírica, que busca un destinatario con el que compartir las emociones que la desbordan. En “Deh, memoria”, de poeta desconocido, el yo poético femenino dialoga con su propia memoria y su propio pensamiento, a modo de ejercicio introspectivo y autoanálisis en la tradición del Canzoniere de Petrarca. El sufrimiento amoroso que siente, por no poder olvidar a su primer amor, lleva al personaje de este poema a fantasear con la prisión y la muerte, en un masoquismo habitual en la canzone disperata (que Cervantes asimiló en El Quijote con su “Canción de Grisóstomo”).
El célebre poema “Heráclito amoroso”, compuesto por Giovanni Pietro Monesi (1633-1684) y musicalizado por Barbara Strozzi, nos presenta a un personaje femenino que, como el filósofo presocrático según la leyenda, está hundido en la melancolía y la oscuridad. En este caso, la voz no se desdobla y dialoga consigo misma, sino que se dirige al resto de amantes para expresar su desconsuelo, causado por la infidelidad de su amado. Como en el poema anterior, esta desesperación se expresa con metáforas tan intensas y desgarradoras que prefiguran el imaginario del amante del Romanticismo, con la misma unión entre amor doloroso y deseo de sufrimiento y muerte. Tras estas dos piezas de lamento amoroso, viajamos a otros tres poemas luctuosos pero que encarnan a grandes personajes femeninos históricos y mitológicos caracterizados por su sufrimiento y dramatismo: el célebre “Lamento de Ariadna”, fragmento de la que pudo ser la primera ópera de la historia de la música, y que sirvió de modelo musical a posteriores lamenti, el “Lamento de María Estuardo, reina de Escocia”, y la “Epístola de la madre hebrea a Tito Vespasiano”. Los tres poemas comparten una voz poética femenina en una situación límite, ya sea por haber sido abandonada por su amante y correr peligro de muerte; por haber sido injustamente condenada a muerte y esperar su ejecución; o por haber cometido filicidio y canibalismo ante el asedio a su ciudad.
La princesa cretense Ariadna, la reina escocesa María Estuardo y la madre hebrea de Jerusalén utilizan su voz en estos poemas con una finalidad persuasiva: para convencer a Teseo de que regrese, para exigir que no le venden los ojos y le dejen despedirse como una reina antes de su ejecución, y para lograr que Tito Vespasiano levante el sitio de Jerusalén. Pero, mientras la ejecución de María Estuardo es un suceso histórico y el poeta Giovanni Filippo Apolloni (Arezzo, c.1620- 1688) debió partir para su construcción de la voz de la reina y el contexto de las horas previas a su muerte en 1587 de crónicas y de recreaciones literarias, además de emplear como modelo el género de la elegía en la modalidad de la despedida; la leyenda de Ariadna y la historia de Heleazara, la madre hebrea, una de carácter mítico, otra entre la historia y la leyenda, beben del molde de la epístola en verso. Ottavio Rinuccini (Florencia, 1562-1621), sin duda, creó su “Lamento de Ariadna” a partir de la tradición de las Heroidas de Ovidio, intercambios ficticios de cartas entre amantes desdichados, aunque la voz poética que encarna a la traicionada princesa es en su poema menos duro y desgarrado que en el poema romano, y no sólo se dirige a su amado, bien para desear su muerte, bien para retractarse y pedirle que regrese, sino también a un auditorio, al que reclama que le dejen morir, del que espera compasión ante el silencio de Teseo, y con el que comparte su enseñanza final, que su aciago destino es fruto de su excesivo amor y confianza, a modo de advertencia.
En cuanto a la “Epístola de la madre hebrea”, sin duda Antonio Bruni (Manduria, 1593-1635) compuso su poemario Epistole heroiche según el molde de las Heroidas de Ovidio, pero lo actualiza al incluir personajes históricos como Catalina de Aragón o Solimán el Magnífico, o personajes literarios del siglo XVI. Para esta larguísima epístola, de la que el único testimonio de la partitura musical, atribuida a Bellerofonte Castaldi, el del manuscrito de la Biblioteca Estense, extrae una versión parcial para el canto, tuvo que contar, además de con el modelo literario romano, con la recreación de Flavio Josefo del asedio de Tito Vespasiano a Jerusalén, en el 70 d.C., y con la tradición bíblica de lamentos de madres por la pérdida de sus hijos (como el de Raquel) y de canibalismo en situación de asedio (como en Deuteronomio). Aunque la historia de la madre que se come a su bebé por no soportar más el hambre provenga de Flavio Josefo, ampliamente conocido y traducido en su época, Bruni, al convertirla en epístola y lamento, acentúa la capacidad de esta historia para impactar y conmover al lector/oyente, porque la presenta en la voz de la propia madre caníbal, y nos permite conocer sus sentimientos, su motivación previa, y su estado tras la aberración cometida.
En definitiva, al escuchar las propias voces de estas mujeres anónimas o célebres, heroínas o criminales, al adentrarnos en sus pensamientos y emociones más íntimas, nos identificamos con sus lamentos y, así, nos inunda la desazón de la amante obsesiva que no logra borrar de su mente a su primer amor, la rabia de las amantes traicionadas y abandonadas, la dignidad de María Estuardo y su ataque a su hermanastra, Isabel de Inglaterra, por poner la razón de estado y la mentira por encima de la justicia; y el arrepentimiento y súplica de una madre que clama para que liberen su ciudad, y su imperdonable filicidio y canibalismo no se repitan.
Clara Marías
La amante – “Deh, memoria” (Giacomo Carissimi). Poema de autor desconocido
“Deh, memoria”
Deh, memoria, e che più chiedi?
Ch’io rammenti il primo affetto?
Se m’annidi eterna in petto,
Ben’il sai, mentre lo vedi.
Deh, memoria, e che più chiedi?
Ahi, ahi, partir non può dall’alma
Quell’imagine gradita,
E sospesa con lei la vita,
Resta gelida la salma.
Tu da me, che vuoi, pensiero?
Ch’io sospiri il mio tesoro?
Egli è spento. Io sempre moro,
Che veder più non lo spero.
Tu da me, che vuoi, pensiero?
O sapessi quante volte
Chiamo l’ombra del mio bene.
E gli mostro le catene
Che conservo al core avvolte.
Vieni, dice,
E trammi teco nella tomba
In cui dimori.
Ch’a vederti in quegl’horrori,
Anco Amor vuol’ venir meco.
Ma s’il Ciel ha ritardata
La fortuna del morire,
Sto sepolta col desire
In quell’ urna sospirata
«Ah, memoria»
Ah, memoria, ¿y qué más reclamas?
¿Que recuerde el primer amor?
Si anidas en mi pecho eternamente,
bien lo sabes, pues lo ves.
Ah, memoria, ¿y qué más reclamas?
Ay, ay, no puedo sacar del alma
aquella imagen bienvenida,
y, al pender de ella mi vida
queda gélido el cadáver.
¿Qué quieres de mí, pensamiento?
¿Que anhele mi tesoro?
Él mismo se apagó. Y yo muero siempre
que no confío en volverle a ver.
¿Qué quieres de mí, pensamiento?
¡Si supieras cuántas veces
llamo a la sombra de mi bien,
y le enseño las cadenas
que envuelven mi corazón!
Ven, dice,
y llévame contigo a la tumba
en la que habitas.
Que a verte entre terrores
también Amor quiere acompañarme.
Mas, si el cielo ha aplazado
la fortuna de morir,
me entierro con el deseo
en aquella urna anhelada.
La princesa – Lamento di Ariadna “Lasciammi ch’io pianga” (Claudio Monteverdi). Poema de Ottavio Rinuccini (Florencia, 1562-1621)
“Lamento di Ariadna”
Lasciatemi morire;
e che volete voi che mi conforte
in così dura sorte,
in così gran martire?
Lasciatemi morire.
O Teseo, o Teseo mio,
sì che mio ti vo’ dir, che mio pur sei,
benchè t’involi, ahi crudo, a gli occhi miei.
Volgiti, Teseo mio,
volgiti, Teseo, o Dio.
Volgiti indietro a rimirar colei
che lasciato ha per te la patria e il regno,
in questa arena ancora,
cibo di fere dispietate e crude,
lascierà l’ossa ignude.
O Teseo, o Teseo mio,
Se tu sapessi, o Dio,
se tu sapessi, ohimè, come s’affanna
la povera Arianna,
forse, pentito,
rivolgeresti ancor la prora al lito.
Ma con l’aure serene
tu te ne vai felice et io qui piango;
a te prepara Atene
liete pompe superbe, et io rimango
cibo di fera in solitarie arene;
te l’uno e l’altro tuo vecchio parente
stringerà lieto, et io
più non vedrovvi, o madre, o padre mio.
Dove, dove è la fede
che tanto mi giuravi?
Così nell’alta sede
tu mi ripon de gli avi?
Son queste le corone
onde m’adorni il crine?
Questi gli scettri sono,
queste le gemme e gli ori:
lasciarmi in abbandono
a fera che mi stracci e mi divori!
Ah Teseo, ah Teseo mio,
lascerai tu morire,
in van piangendo, in van gridando aita,
la misera Arianna
che a te fidossi e ti diè gloria e vita?
Ahi, che non pur risponde.
Ahi che più d’aspe è sordo a miei lamenti!
O nembi, o turbi, o venti,
sommergetelo voi dentr’a quell’onde.
Correte, orchi e balene,
e delle membra immonde
empiete le voragini profonde!
Che parlo, ahi, che vaneggio?
Misera, ohimè, che chieggio?
O Teseo, o Teseo mio,
non son, non son quell’io,
non son quell’io che i feri detti sciolse:
parlò l’affanno mio, parlo il dolore;
parlò la lingua sì, ma non già il core.
Misera, ancor dò loco
a la tradita speme, e non si spegne
fra tanto scherno ancor d’Amor il foco?
Spegni tu, morte omai le fiamme indegne!
O Madre, o Padre, o de l’antico Regno
superbi alberghi, ov’hebbi d’or la cuna,
o servi, o fidi amici (ahi fato indegno)
mirate ove m’ha scorto empia fortuna,
mirate di che duol m’ha fatto erede
l’amor mio, la mia fede, e l’altrui inganno.
Così va chi tropp’ama e troppo crede.
“Lamento de Ariadna”
Dejadme morir,
¿cómo pretendéis que me consuele
en tan dura suerte,
en tan gran martirio?
Dejadme morir.
¡Oh, Teseo, oh, mi Teseo!
Quiero llamarte “mío”, y que así seas mío,
aunque rehúyas, oh, cruel, mi mirada.
Vuelve, mi Teseo,
vuelve, Teseo, ¡Dios mío!
Vuelve atrás para contemplar
a quien dejó por ti su patria y su reino;
en esta playa, todavía,
alimento de fieras despiadadas y crueles,
dejará sus huesos desnudos.
¡Teseo, oh, mi Teseo!,
Por Dios, si tú supieras,
¡ay de mí!, si supieras cuánto sufre
la mísera Ariadna,
quizá, arrepentido,
volverías tu proa hacia esta orilla.
Mas con serenos vientos
zarpas, feliz, mientras yo lloro.
A ti, te prepara Atenas
alegre y soberbia pompa, yo aquí quedo
en la solitaria playa, pasto de fieras;
a ti, tus ancianos padres, ambos,
te abrazarán felices; yo, en cambio,
jamás os volveré a ver, ¡oh, madre, oh, padre mío!
¿Dónde, dónde queda la fidelidad
que tanto me jurabas?
¿Así al alto trono
de mis antepasados me restauras?
¿Estas son las coronas
que mis sienes adornan?
¿Son estos los cetros,
las piedras preciosas y el oro?:
¡Dejarme abandonada
a fieras que me desgarren y devoren!
¡Ah, Teseo, ah, mi Teseo!,
¿Acaso dejarás morir,
llorando en vano y clamando ayuda,
a la mísera Ariadna,
que confió en ti y te dio su gloria y su vida?
¡Ay! Y, sin embargo, no responde.
¡Ay, más que un áspid, es sordo a mis quejas!
¡Oh, tormentas, torbellinos, vientos,
sumergidlo en aquellas olas!
¡Corred, orcas y ballenas,
que sus inmundos miembros
llenen los profundos abismos!
¿Qué digo, ay, en mi delirio?
¡Mísera, ay de mí!, ¿qué deseo?
¡Oh, Teseo, oh, mi Teseo!,
Yo no soy, no soy aquella,
no soy quien habló tan duramente;
habló mi angustia, habló el dolor,
habló la lengua, sí, mas no el corazón.
Mísera, sigo albergando
la traicionada esperanza, ¿y no se extingue
aún, entre tanta burla, el fuego de Amor?
¡Ahora apaga tú, muerte, las indignas llamas!
Oh, madre, oh, padre, oh antiguo reino,
soberbios palacios donde mi cuna era de oro,
oh, siervos, oh, fieles amigos (ay, indignos hados),
mirad adónde me ha llevado la impía fortuna,
mirad cuánto dolor me han hecho heredar
mi amor, mi fidelidad, y los engaños ajenos.
Tal es el destino de quien ama y confía en demasía.
La doncella – Susana (Bartolomé de Selma y Salaverde, sobre una canción de Orlando Di Lasso, “Susanne un jour”). Poema de Guillaume Guéroult (Rouen, 1507–1569)
“Suzanne un jour”
Suzanne un jour d’amour sollicitée
Par deux vieillards convoitant sa beauté
Fut en son cœur triste et déconfortée
Voyant l’effort fait à sa chasteté.
Elle leur dit : si par déloyauté
De ce corps mien vous avez jouissance,
C’est fait de moi ! Si je fais résistance,
Vous me ferez mourir en déshonneur:
Mais j’aime mieux périr en innocence
Que d’offenser par péché le Seigneur.
“Susana, un día”
Un día, Susana, de amor requerida
por dos viejos sedientos de su belleza,
sintió en su corazón tristeza y desconsuelo,
al ver tal asedio a su castidad.
Ella les dijo: “Si de forma desleal
obtenéis placer de mi cuerpo,
¡estoy perdida! Si me resisto,
haréis que muera deshonrada:
Prefiero morir en la inocencia
que ofender al Señor con mi pecado”.
La madre – Lettera d’Heleazaria Hebrea a Tito Vespasiano (Bellerofonte Castaldi). Fragmentos del poema de Antonio Bruni (Manduria, 1593-1635)
“Epistole heroiche della madre hebrea a Tito Vespasiano”
Scrivo al gran Tito or che mio cibo infame
fó il mio figlio ,il mio amor, madre homicida
da le furie agitata e da la fame.
Poi che sì crudo core in te s’annida
che cingi ancor l’assediate mura,
nè ti prende pietà de l’altrui strida,
movati almen la nova egra figura
di città vincitrice e sempre invitta,
del famoso Oriente honore e cura.
Questa da doppio mal misera, afflitta,
da la fame e dal campo, oppressa e vinta,
langue in mesto spettacolo trafitta.
Quì l’inopia e ’l disagio hà scettro e sede,
e senza cibo alcun manca la vita,
e de la morte rea crescon le prede.
Di canne e giunchi alpestre cibo e strano
al popol che famelico se’n more
insterilito ancor nega il Giordano.
Anzi v’è tal che d’ogni cibo priva
già nel ventre languir sente la prole
che comincia à morir prima che viva.
Altri in braccio à la madre à pena il sole
apre che serra in lui gl’occhi la morte
dolor non conosce eppur si duole.
Mà pià gran mal doppio martirmi rende,
caso pià miserabile e funesto
di furor ed’ horror la mente incende.
Odi il tragico eccesso e siasi questo
de tuoi chiari trofie, trofeo primiero
or ch[’]historia sì flebile t’appresto.
Affamata ancor’ io mentre dispero
di trovar esca onde il digiun ristori,
volgo dubio il desio, vario il pensiero,
espinta da la fame e dai furori,
tolgo al figlio la vita empia e feroce
e per materno affetto uso i rigori.
Io quì pria che dal Ciel tramont’il die,
queste divorerò torbida in volto
delle viscere mie, viscere mie.
Sì, nel mio ventre il parto mio raccolto
viva mi sosterrà fra l’altre genti,
e fia nato una volta e due sepolto.
Mà sol Gierusalem tanti tormenti
per te sostiene, al figlio mio rivolgo
per te le ricche fascie in bragie ardenti.
Deh, per pietà le schiere altrove invia,
e de popoli à noi remote e strani
corri à frenar la ferità natıà.
Non far che cresca in noi l’onta e’l periglio
e ch’altra madre empio digiun condanni
à cibarsi qual io del proprio figlio.
Vanne chè s’ancor lievi e pochi segni
mostrerai di pietà forse daremo
tributari di fede ostagi e pegni.
Vanne, fior degl’heroi, deh vanne hormai
e porgi tregua à l’infortunio nostro
ch’espressi in foglio flebile vedrai.
Per quel valor ch’à l’Oriente hai mostro
prego sian pur finite oggi le risse.
Sangue del proprio figlio è questo inchiostro,
quel ferro onde l’uccisi ancor ne scrisse.
“Epístola de la madre hebrea a Tito Vespasiano”
Escribo al gran Tito, ahora que mi alimento infame
fue mi hijo, mi amor; madre homicida
agitada por las Furias y el hambre.
Ya que tan cruel corazón en ti anida
que todavía ciñes las murallas asediadas,
y no te apiadas de quien tanto grita,
muévate, al menos, la nueva y enferma figura
de la ciudad vencedora y siempre invicta,
del famoso Oriente honor y cura.
De un doble mal mísera, afligida,
del hambre y del campo oprimida y vencida,
languidece cual una visión hundida.
Aquí la pobreza y la inquietud tienen cetro y asiento,
y sin ningún alimento falta la vida,
crecen de la Muerte los despojos.
Cañas y juncos salvajes alimentan
al pueblo que, famélico, se muere
y al que niega, seco, el río Jordán.
Hay madres que, privadas de alimento,
sienten en el vientre cómo muere
su prole antes del nacimiento.
En brazos de la madre, cuando el sol
sale, cierra de otros hijos los ojos la muerte
y sufren, sin conocer aún el dolor.
Mas un mal aún mayor me causa doble martirio,
un caso tan desgraciado y funesto
que enciende de furia y horror la mente.
Escucha el trágico suceso que, quizá,
sea el primero de tus claros trofeos,
cuando la historia, tan desnuda, te hiera.
Muerta de hambre, mientras desespero
por no encontrar lo que rompa el ayuno,
llena de dudas, alterada la mente y el deseo,
del hambre y los furores arrastrada,
cruelmente acabo con la vida de mi hijo;
en vez de afecto materno, muestro crueldad.
Aquí, antes de que del Cielo llegue el ocaso de los días,
devoraré, turbado el rostro,
mis vísceras, mis vísceras.
Sí, recogido en mi vientre mi parto,
me sostendrá viva entre las gentes
y será, una vez nacido, dos sepultado.
Pero Jerusalén tantos tormentos
soporta solo por ti, que yo de mi hijo arrojo
por ti las ricas ropas a los fuegos.
Ah, ¡por piedad!, aleja las tropas de aquí
y de otros pueblos remotos y extranjeros
su salvajismo intenta reducir.
No acrecientes nuestra vergüenza y el riesgo
de que otra madre cruel y en ayunas
tenga que alimentarse de su propio hijo.
Marchad, pues si una breve señal
de piedad mostráis, quizá os demos
rehenes y prendas como muestra de lealtad.
Marchad, flor de los héroes, ay, marchad ya,
y dad tregua a nuestro infortunio,
que expreso en estas hojas de dolor.
Por el valor que mostraste en Oriente,
ruego que cese la lucha hoy mismo:
esta tinta es la sangre de mi propio hijo;
y con la daga con que le maté, te he escrito.
La enamorada – L’Eraclito amoroso (Barbara Strozzi). Poema de Giovanni Pietro Monesi (1633-1684)
“L’Eraclito amoroso”
Udite amanti la cagione, oh Dio,
ch’a. lagrimar mi porta:
nell’adorato e bello idolo mio,
che sì fido credei, la fede è morta.
Vaghezza ho sol di piangere,
mi pasco sol di lagrime,
il duolo è mia delizia
e son miei gioie i gemiti.
Ogni martire aggradami,
ogni dolor dilettami,
i singulti mi sanano,
i sospir mi consolano.
Oh, Dio,
nell’adorato e bello idolo mio,
che sì fido credei, la fede è morta.
Ma se la fede negami
quell’incostante e perfido,
almen fede serbatemi
sino alla morte, o lagrime!
Ogni tristezza assalgami,
ogni cordoglio eternisi,
tanto ogni male affliggami
che m’uccida e sotterrimi.
“Heráclito amoroso”
Amantes, oíd la razón, ¡oh, Dios!,
que me lleva al llanto:
en mi adorado y bello ídolo,
que tan fiel creía, la fe ha muerto.
Siento anhelo solo de llorar,
y solo me alimento de lágrimas,
el dolor es mi deleite
y mi dicha, los gemidos.
Todo martirio me agrada,
me recreo en cada dolor,
me curan los sollozos,
me consuelan los suspiros.
¡Oh, Dios!
En mi adorado y bello ídolo,
que tan fiel creía, la fe ha muerto.
Mas, si me niega la fe
aquel inconstante y pérfido,
por lo menos, sedme fieles vosotras,
¡oh lágrimas!, hasta la muerte.
Que toda tristeza me asalte,
que toda aflicción sea eterna,
que todo mal me aflija tanto
que me mate y entierre.
La reina – Lamento in morte di Maria Stuarda (Giacomo Carissimi) “Ferma lascia que io piangi”. Poema de Giovanni Filippo Apolloni (c.1620-1688)
“Lamento di Maria Stuarda”
Ferma, lascia ch’io parli, sacrilego ministro!
Se ben fato inclemente
a morte indegna come rea mi destina,
vissi e moro innocente,
son del sangue Stuardo e son Regina.
Perché bendarmi i lumi?
S’io mirai tanti giorni, ho petto ancora
da mirar l’ultim’ora, e s’io gl’apersi al celo,
saprò ben senza velo alla vita serarli.
Ferma, lascia ch’io parli!
Ma che dirò pur troppo? Oggi favella
a mio prò l’innocenza,
e di si rea sentenza a Dio s’appella.
Vilipesa innocenza,
s’una Regina a te salvar non lice,
cui l’invidia fa guerra
a chi ricorrer deve in Inghilterra
un mendico, un vassallo, un infelice?
Vilipesa innocenza,
vattene pur da me, torna alle stelle,
ch’io con anima intrepida e serena
sarò fra tante squadre a Dio rubelle
di mia tragedia e spettatrice e scena.
A morire!
Per serbar giustiziae fede
più non vaglion le corone
che di stato la ragione
anco la verità sa far mentire.
A morire!
Versarò dal collo il sangue,
ma non già da’i lumi il pianto
che sebene io resto esangue
la costanza al mio duol mesce elisire.
Voi mie care Donzelle,
che m’inchinaste al soglio, et or piangenti
mi seguite a’i tormenti, compatite i miei casi,
e s’io lassa rimasi spogliata d’ogni ben,
d’ogni fortuna, non per questo morendo
gl’oblighi miei tralascio;
partitevi l’amor con cui vi lascio.
Soffrite costanti la dura mia sorte,
e s’invida Morte stillandovi in pianti
a voi mi toglie, o fideancelle in terra,
con sempiterno riso
v’abbraccierò compagne in Paradiso.
Mira Londra, et impara le vicende mondane
e tu ch’all’ Anglicane schiere dai legge
o Jezabelle altera, di giustizia severa
aspetta i colpi, e se per farti in brani
mancheranno alle belve artigli e morsi
serviranno di cani i tuoi rimorsi.
Sì, sì sfogati, assali, scarica su’l mio capo a cento,
a mille del tuo furor gli strali!
Vibra senza pieta su questo petto esangue
strazi, scempi, flagelli, atrocità!
Lascia ch’un mar di sangue m’inostr’ il nero manto;
fulmina pur, che tanto straziarmi non saprai,
quant’ io soffrire: A morire!
Qui tacque, e forte, e invitta
al suo destin s’arrese la Regina Scozzese,
ne guari andò ch’un colpo indegno e rio
divise il Corpo, et unì l’alma a Dio.
“Lamento de María Estuardo, reina de Escocia”
¡Deténte y deja que hable, ministro sacrílego!
Si, en verdad, el riguroso hado
me destina una indigna muerte de criminal:
viví y muero inocente,
mi sangre es Estuardo y soy la reina.
¿Por qué vendarme los ojos?
Si he contemplado tantos días, aún tengo el coraje
de mirar mi última hora, y si los abrí al cielo,
sabré bien cerrarlos, sin velo, a la vida.
¡Deténte, deja que hable!
Mas, ¿qué diré, para mi desgracia? Hoy habla
en mi favor la inocencia,
y clama a Dios por tan cruda sentencia.
Vilipendiada inocencia,
si por ti una reina no se salva,
si la envidia le declara guerra,
¿a quién habrá de recurrir en Inglaterra
un mendigo, un vasallo, un infeliz?
Vilipendiada inocencia,
déjame, vuelve a las estrellas,
que yo, con alma intrépida y serena,
ante tantos batallones rebelados contra Dios,
seré espectadora y actriz de mi tragedia.
-¡A morir!
Para guardar la justicia y la fe
ya no valen las coronas,
pues la razón de estado,
como la verdad, sabe hacer que mientan.
¡A morir!
Por el cuello derramaré mi sangre,
mas no el llanto de mis ojos,
pues si bien yo quedo exangüe,
la constancia a mi dolor será mi alivio.-
-Vosotras, mis queridas doncellas,
que os arrodillasteis ante mi trono y ahora lloráis,
seguidme en las torturas y compadeced mi destino,
y, si quedo despojada de todos mis bienes,
de toda fortuna, no por ello, al morir,
olvidaré mis deberes:
dividid el amor que os dejo,
sufrid, constantes, mi dura suerte,
y, si la envidiosa Muerte, dejándoos en llanto,
me separa de vosotras, oh, fieles sirvientas en la tierra,
con una sonrisa eterna
os abrazaré, compañeras, en el Paraíso.-
-Londres, mira y aprende de los asuntos mundanos,
y tú, que muestras las leyes a los anglicanos,
oh, segunda Jezabel, de la severa justicia
espera los golpes, y si para hacerte pedazos
les faltan a las fieras garras y mordiscos,
servirán de perros tus remordimientos.
Sí, sí, suelta, asáltame, descarga sobre mi cabeza cien,
¡mil flechas de tu furia!
Golpea sin piedad este pecho exangüe,
¡suplicios, destrucción, azotes, atrocidades!
Deja que un mar de sangre cubra mi negro manto,
fulmíname con tal de que no conozcas
el martirio que sufro: ¡a morir!.-
Entonces, silenciosa, fuerte, e invencible
se rindió a su destino la reina escocesa,
y, en cuanto partió, un golpe, indigno y justo
dividió el cuerpo, y unió el alma con Dios.
Jin Jiayu, soprano
Se graduó en el Conservatorio “Giuseppe Verdi” de Milán en 2021, obteniendo las máximas calificaciones y matrícula de honor. Especializada en canto barroco, ha cantado como solista en importantes festivales de música, incluyendo el Roma Festival Barocco, Bremen Musikfest y Napoli Musica Sacra Festival, y ha colaborado con renombradas orquestas como La Risonanza y Europa Galante.
En 2023 obtuvo un doble reconocimiento al ganar el Premio Especial y el Premio “La Spagna” en el concurso internacional de canto barroco Cavalli-Monteverdi Competition de Cremona.
La Spagna
El conjunto La Spagna, que toma su nombre de una de las melodías más célebres del Renacimiento, fue fundado por Alejandro Marías en el año 2009 al reunir a algunos de los mejores músicos historicistas de su generación.
De formato muy flexible, posee dos vertientes, como grupo de cámara y como orquesta barroca, con la que interpreta ópera y oratorio junto a solistas y directores invitados.
Los estilos abordados por La Spagna van desde el Renacimiento hasta el primer Romanticismo —con alguna incursión en la música del siglo XXI—, si bien centra en el Barroco la mayor parte de su actividad. Esta diversidad gira siempre en torno a un mismo principio: ofrecer una interpretación apasionada, fidedigna y sincera que respete la perspectiva histórica y social de cada repertorio.
Desde la publicación de su disco A Tribute to Telemann, La Spagna ha grabado la obra para viola da gamba Jacques Morel (Brilliant Classics) y Las Siete Palabras de Haydn-Barbieri. En los últimos tiempos, ha actuado en lugares como la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música, el Palacio Real o el Congreso de los Diputados, así como en el Festival de Música Antigua de Sevilla, el Festival Internacional de Arte Sacro o el Festival de Música Española de Cádiz. Entre sus próximos proyectos se encuentran una gira europea presentando su último trabajo discográfico y la colaboración con compositores actuales con el objetivo de crear nuevos repertorios para instrumentos antiguos.
Alejandro Marías
Alejandro Marías supo a una edad muy temprana que su vocación era ser músico. Comenzó sus estudios con Enrique Correa y Maria de Macedo y obtuvo los Títulos Superiores de Violonchelo y Viola da gamba en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Se trasladó a Francia para especializarse en la interpretación historicista de los repertorios clásico y romántico y más tarde a Suiza, donde cursó, en la Haute École de Musique de Genève, los Masters de Concierto en Violonchelo barroco y Viola da gamba, con Bruno Cocset y Guido Balestracci, respectivamente. Ha recibido clases de violonchelistas como Christophe Coin, Anner Bylsma o Jaap Ter Linden y de gambistas como Wieland Kuijken, Jordi Savall o Hille Perl.
Alejandro Marías es profesor de viola da gamba en el Conservatorio Superior de Música de Sevilla, director artístico del conjunto barroco La Spagna, miembro del Cuarteto Francisco de Goya y colaborador de grupos como Zarabanda, Forma Antiqva o Accademia del Piacere. Ha actuado en una veintena de países junto a diversos conjuntos de cámara; como solista, realiza a menudo recitales y conciertos, y han sido repetidamente aclamadas sus interpretaciones de los solos para viola da gamba de las pasiones de Bach. Ha trabajado en orquesta con directores como Philippe Herreweghe, Marc Minkowski, Ton Koopman, Bruno Weil, Sigiswald Kuijken, Hervé Niquet o Enrico Onofri.
Sus grabaciones incluyen cuartetos de Manuel Canales y quintetos de Boccherini junto al Cuarteto Goya, así como el disco A Tribute to Telemann al frente de La Spagna, del que Norman Lebrecht escribió: «La Spagna toca esta música tan brillantemente como uno podría desear bajo el liderazgo del virtuoso Alejandro Marías». Su último lanzamiento, publicado por Brilliant Classics, es la obra completa para viola da gamba de Jacques Morel, que nadie había grabado hasta 2019 y que se propone volver a situar a este compositor entre los grandes nombres del barroco francés.
Alejandro Marías toca una basse de viole construida por Charles Riché a partir de un original de Michel Colichon y dos violas renacentistas construidas por Sergio Gistri y Magdalena Huéscar sobre un modelo Gasparo Da Salò.